viernes, 3 de agosto de 2012

Era, ella


Prometía mucho, era joven y capaz, quizá no era la más bonita pero todos sabían que era la más inteligente, y tenía cierto carisma al cuál nadie se le podía resistir.

Los chicos para ella eran historias, no había nada que le importara más en esta vida que sus objetivos, que el cimiento de sus sueños. Pero quizá algún día se toparía con alguien que la engatusara, quizá ese día ya estaba llegando, quizá ese día fuera el día.

Ella sabía de todo, menos lo concerniente al amor.  Había soñado desde pequeña en dirigirse hacía la gran ciudad, y conocer y visitar todos los lugares permitidos, y estudiar y ser reconocida mundialmente por lo que hacía, pero no contaba con que cierto día, una solicitud en Facebook lo cambiaría todo.

Tenía cierta capacidad para hacer amigos, pero prefería que todos esos amigos se hicieran en la vida real, le daban un poco de miedo las relaciones en redes sociales, más de lo que ella quería, pero su celular con un toque impreciso había aceptado a cierto joven guapo en su lista de amigos.

Como navegaba vía móvil, se prometió que en cuanto estuviera frente a un ordenador, lo eliminaría de su lista de contactos, pero con tantos trabajos y entregas finales, lo olvidó, y cierto día, en su chat de Facebook apareció.

Le pasó el link de una canción, que ella recordaba, pertenecía al comercial de las toallas sanitarias, era muy curiosa la relación que ella había hecho con la canción al preguntarle si sabía cuál era. Y después de eso entablaron más conversaciones, hasta que un café los haría parte de una pequeña aventura.

El primer encuentro pudo ser caótico, pero fue tan romántico que él fuera tan tímido, que ella se sintió en confianza y sin más se sentó a compartir muchas cosas con él, tras unas papas fritas y una taza de café. Ambos tuvieron que partir temprano, y esa misma noche recibió una hermosa descripción de lo que habían pasado y sentido, por un mensaje en Facebook, le sorprendió la prosa que este joven manejaba, era muy pulcra, y también un pequeño poema que bien podía decirse, era un soneto, para ella.

No se había planteado nada, hasta recibir ese mensaje. Se había sentido tan cómoda, que hasta le incomodaba recordarlo, estaba ansiosa por verlo de nuevo, pero no sabía a qué se debía, imagino que tú ya lo sospechas, lo estás leyendo todo y estás haciendo relaciones con cosas que no deben hacerse, pero bueno, eres el lector de esta historia y tienes todo el derecho para sacar conclusiones. Sí, ella se había enamorado, o algo así. Digamos que para ella, esa palabra no existía en su diccionario –y déjenme decirles que el diccionario que manejaba, era amplio- pero sí, algo había en ese chico que la había desarmado completamente, después de perderse en sus hermosas letras.

El joven era apuesto, alto, divertido, y para el mal de todos los males: Músico. Se imagino estando a su lado, cantando canciones que jamás los humanos han oído y enredándose en historias de los pasados de ambos, pero no, no iba a ser así, y quizá ella debía saberlo ¿Por qué nadie se lo advirtió? Bastaron dos salidas más, para que ella se diera cuenta que aquél joven podría ser su todo, y dos semanas para que se diera cuenta que en realidad el sería la nada, de la nada.

La última vez que se vieron, ella se sintió desarmada ante él, eufórica por su presencia, dichosa por su compañía, amada por esos ojos que describían en círculos que nadie era más importante para él, que ella. Pero quizá no fuese cierto, y quizá este joven solo deseaba robarle muchos suspiros para toda la vida, porque así era su costumbre. La besó, la besó y tras ese beso, ella comprendió que quizá una nueva palabra nacía desde el fondo de su corazón, una palabra que explicaba todo aquello que llevaba sintiendo desde hace unos días: Amor, se había enamorado.

Pero quizá su alegría se esfumara, ante su prolongada ausencia, los mensajes fríos, las largas esperas, los adioses claros y las marcadas menciones de “Gracias por tu amistad” y claro, un golpe bajo al corazón de ella, tal vez hubiese sido mejor un golpe, o tal vez hubiese ido todo más lento, pero nada, no nos metamos aún con el tiempo.

Estas son historias de cuando alguien llega en poco tiempo a tu corazón, con hermosas letras y una bella canción. Porque no se necesita más tiempo del que se debe, cuando se quiere amar. Porque no hay nada que juzgue bajo este cielo, el tiempo de conquista, y el tiempo para dejarse conquistar, porque no se debe ni siquiera poner fechas o límites para dejarse amar, porque aquí solo cabe una cosa por explicar, es el amor y éste llega, cuando debe de llegar.

Muchos la juzgan porque no fue mucho el tiempo en el que aprendió a quererle, por eso no comprenden mucho, cuando ella les da la espalda, para llorarle a la luna por ese adiós, aún guarda sus sueños, pero en el fondo anhela que algún día, él esté ahí.

Prometía mucho, era joven y capaz, quizá no era la más bonita pero todos sabían que era la más inteligente, y tenía cierto carisma al cuál nadie se le podía resistir, ni él, aunque haya dicho adiós.

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